La altura que le faltaba para desempeñarse con soltura en el puesto la suplantaba con un amor propio que carecía de barreras. Eso es lo que cuentan quienes vieron moverse a Carlos Antonio Muttoni debajo de los tres palos. Nacido en 1892, su vida estuvo íntimamente ligada a Racing desde muy chico. Arribó al club en plena etapa formativa y fue avanzando de a poco por las categorías menores: antes de recalar en el primer equipo, estuvo en la Cuarta B, en la Cuarta A, en la famosa “Cuarta de Hierro” y en la Intermedia. Fue, de hecho, el primer arquero formado en las Divisiones Inferiores de la institución.

Lo apodaban Tierrita porque solía tirarse tierra en las manos para capturar la pelota con más seguridad. El tanguero Agustín Bardi inmortalizó el mote en una canción muy escuchada en la segunda década del Siglo XX. Sus sólidas actuaciones lo transformaron en una de las figuras del conjunto que ganó el título local de 1913. Ese fue el arranque de la racha más gloriosa de la historia de Racing, que incluyó siete títulos de manera consecutiva. Además, obtuvo la Copa de Honor de 1913, la Copa Cousenier de 1913, la Copa Ibarguren de 1913, la Copa de Bomberos Voluntarios de Avellaneda de 1913 y el Torneo Siete Hombres de 1914.

A mediados de 1914, tuvo algunas diferencias con los dirigentes y se marchó a Independiente, algo bastante frecuente en aquel momento. Después, pasó por Argentino de Quilmes y por Sportivo Barracas. También atajó una vez en la Selección en un encuentro ante Uruguay en el que le tapó un penal a Héctor Scarone. Se retiró joven, antes de los 30 años. 

Muttoni falleció el 10 de abril de 1971. En un nuevo aniversario de su partida, se lo recuerda con mucho afecto.