Nunca se guardó ni una gota de sudor para llevarse a su casa. Juan Carlos Rulli aparecía por un lado y por el otro. Metía en un rincón y en el otro. Corría en aquel sector y en el otro. Así, con coraje y solidaridad, se transformó en uno de los emblemas del mediocampo del Equipo de José. Nacido el 11 de abril de 1937 en Santa Rosa, La Pampa, llegó en 1965, luego de pasar por Estudiantes y por Boca. Se quedó en Avellaneda, donde alcanzó el pico más alto de su carrera, hasta 1970.

Juan José Pizzuti, el arquitecto del primer campeón del mundo, decidió ubicarlo cerca del círculo central junto a Miguel Ángel Mori. Ambos se encargaron de darle equilibrio a una apuesta arriesgada que ponía mucha gente en ataque. Como volante por la derecha, ganó el campeonato local de 1966, la Copa Libertadores de 1967 y la Copa Intercontinental de 1967. En la inolvidable final ante el Celtic en el Estadio Centenario, Rulli le dio el pase a Juan Carlos Cárdenas para que el Chango convirtiera el magnífico tanto del triunfo. En total, disputó 201 compromisos oficiales y marcó nueve goles.

Sus regulares actuaciones le permitieron arribar a la Selección, donde jugó nueve partidos entre 1967 y 1969. Formó parte del plantel que no consiguió clasificarse al Mundial de 1970. Ya retirado de la actividad, fue técnico de la Academia en 1973. 

Rulli cumple hoy 82 años y todo Racing le manda los mejores deseos.