Con el gol como aliado, Llamil Simes construyó una carrera notable que lo catapultó a la cima del fútbol argentino. Nacido el 20 de enero de 1923 en la capital de la provincia de Córdoba, su talento con la pelota en los pies lo llevó de joven a Buenos Aires. Huracán fijó la atención en sus condiciones y lo compró en 1943. Estuvo en Parque Patricios hasta 1947 y ahí fue Racing el que no dudó en contratarlo para armar una delantera que daría que hablar durante décadas. Con la camiseta celeste y blanca daría el salto de calidad tan preciado hasta volverse una pieza clave de un ataque fantástico. Sí, cinco nombres inolvidables: Mario Boyé, Norberto Méndez, Rubén Bravo, Simes y Ezra Sued. 

Dirigido por Guillermo Stábile, ese equipo se coronó de manera consecutiva en 1949, en 1950 y en 1951. Simes fue vital aportando variantes en los metros finales de la cancha. Sobre todo, de cabeza, su gran especialidad. El Turco, como se lo conocía en el mundo del fútbol, se asoció a la perfección con sus compañeros y se ganó el reconocimiento del público enseguida. Permaneció en el club hasta 1955 para partir a Tigre y finalizar su excelente carrera en la institución de Victoria. 

En total, con la camiseta de la Academia, Simes disputó 179 partidos y convirtió 106 goles. Es el tercer goleador histórico del profesionalismo, detrás de Evaristo Barrera y de Juan José Pizzuti. Además, fue el autor del primer gol que se marcó en el Cilindro: el 3 de septiembre de 1950, en la inauguración del Estadio Presidente Perón, el entreala izquierdo apareció en el arranque del complemento para dejar su sello en la red en el triunfo ante Vélez por 1 a 0. 

El 20 de febrero de 1980, a los 57 años, el Turco falleció. El cariño de Racing permanece intacto pese al paso del tiempo.