Fútbol Masculino

Dejó todo, mereció más

Domingo 08 de Abril de 2018
Racing tuvo las mejores pero Armani fue figura en el Cilindro y River terminó ganando por 2 a 0. Borré y Palacios convirtieron para la visita, que aprovechó las que tuvo para quedarse con los tres puntos.
Dejó todo, mereció más
Si hay que buscar un argumento para explicar la derrota, probablemente haya que refugiarse en la falta de contundencia. Si alguien demanda un nombre para comprender por qué se escurrió el clásico de la vigesimosegunda fecha del torneo, Franco Armani aparecerá como el gran responsable de un traspié que no fue merecido. Impredecible siempre, más allá de lo que indiquen los argumentos, el fútbol no le regaló una sonrisa a Racing en la noche del domingo: River acertó cuando tuvo las chances y se impuso por 2 a 0 en el Cilindro.

De la presión, un sello. Piernas y más piernas para ahogar. Achicar los espacios para recuperar rápido y dominar el escenario. Diego González y Neri Cardozo funcionaron como todoterrenos que incomodaron –y mucho- a un rival con futbolistas de muy buen pie en las adyacencias del círculo central. Los demás sostuvieron un ritmo de a ratos frenético pero eficiente para que no se activara con frecuencia el circuito de Juan Quintero, Ignacio Fernández y Gonzalo Martínez. Matías Zaracho, fresco y cerebral, se las arregló para ubicarse lejos de Marcelo Saracchi y generar superioridad numérica alrededor de Leonardo Ponzio. Renzo Saravia, un tractor yendo hacia adelante, fastidió constantemente al Pity, quien debió replegarse más de lo que hace habitualmente para tapar el callejón del lateral.

Lautaro Martínez tuvo una; Zaracho, otra; y Nery Domínguez, una más. En todas, las manos de Armani resultaron un obstáculo insalvable. Dueño de la pelota y del campo, Racing ni siquiera se vio alterado ante la salida inesperada de Alejandro Donatti. Javier Pinola pudo haber marcado de cabeza en el córner siguiente pero no hubiera sido lógico que la visita abriera la cuenta. Del otro lado del campo, los pases mal dados en los metros finales de la cancha, justo cuando daba la sensación de que el grito llegaba, derivaron en una infinidad de suspiros en las tribunas celestes y blancas.

Paradojas de este juego, Lautaro, el gran goleador del equipo, volvió a desperdiciar una chance fantástica delante del arquero. Ya le había sucedido en los dos partidos anteriores y le ocurrió otra vez porque eligió la potencia en vez del amague como arma para reencontrarse con la red. Quizás entusiasmado por el guiño de la suerte, River se liberó un poco del agobio y equilibró el desarrollo a partir de la merma general de intensidad. Juan Musso apareció para rechazar un cabezazo con destino de ángulo y ya no asomó tan claro el dominio local como en los primeros 45 minutos. Cuando más parejo parecía todo, el gol: Rafael Borré, que había ingresado hacía poco por Lucas Pratto, aprovechó una mala salida para convertir el primero ante la pasividad de una defensa sorprendida.

Ya había entrado Martín Ojeda y enseguida pisó el césped Brian Mansilla. Sin las piezas más lúcidas, Licha se transformó en el armador de un conjunto que fue perdiendo el hilo conductor a medida que las agujas avanzaban. De contragolpe, con los espacios amplios, Exequiel Palacios, otro que había venido desde el banco, sentenció el duelo con una definición cruzada de zurda. Desazón porque la próxima Libertadores se aleja. Ilusión porque este Racing le juega de igual a igual a cualquiera. Habrá que seguir empujando un proyecto que tiene todavía mucho para dar.

Fotos: Paola Lara y Juan Carlos Baldovino.

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