Ídolos

Cada día te quiero más

Miércoles 08 de Mayo de 2024
En el 97° aniversario de su nacimiento, Juan José Pizzuti renueva su carácter de referencia como orfebre de un equipo que hizo historia y rompió moldes. Tito está vigente cada día en el alma racinguista.
Cada día te quiero más
Juan José Pizzutti estará por siempre en cada rincón de Racing. Por la memoria, por el amor que genera, por su recuerdo que se transforma en faro y guía pero no como nostalgia sino como ejemplo a seguir. Y porque sigue junto al celeste y blanco sin que sea posible escindirlo, sobre todo desde que su familia depositara las cenizas del enorme Tito en el Recinto de Honor hace exactamente un año. Hoy, en el 97° aniversario de su nacimiento, el artista que forjó un equipo símbolo para todo el fútbol argentino nos emociona y compromete con el legado mayor.

Nacido en Barracas el 9 de mayo de 1927, Tito no demoró en provocar asombro con los pantalones cortos. Fue delantero, volante y goleador prematuro cuando surgió en Banfield, donde debutó en 1946, con apenas 19 años. Tres años después de su aparición sumó 27 festejos y terminó primero entre los artilleros. Por eso se lo llevó River en 1951, pero por poco tiempo: en 1952 llegó a la Academia para forjar un relación para siempre. En 1953, en la temporada siguiente, otra vez fue goleador del torneo (con 22 tantos compartió el liderazgo con Juan Benavídez, de San Lorenzo). Un breve paso por Boca (se fue en 1955 y regresó en 1956) fue el preámbulo para la consagración, que llegaría en forma de títulos, en 1958 y 1961. Tito, adelantado a su tiempo, anticipaba lo que vendría. Porque le puso su firma a una formación que está entre las más distinguidas de las páginas de Racing, la que compuso con Oreste Omar Corbatta, Rubén Sosa, Pedro Mansilla y Raúl Belén. Rey con la pelota en los pies, rey desde el banco...

Entre 1962 y 1963 confeccionó sus trazos finales como futbolista, en Boca (dio otra vuelta olímpica en el primero de esos dos años), con números de asombro. Porque se retiró con 182 goles en 349 partidos, de los cuales 118 en 215 juegos fueron en La Academia, con una media superior a un tanto cada dos presentaciones. En la Selección no fue menos, porque se anotó como uno de los protagonistas de la conquista del Sudamericano de 1959, con la victoria en la final frente al Brasil campeón mundial 1958, con Pelé entre sus integrantes.

No demoró en ponerse en buzo de DT, la vestimenta habitual del entrenador en aquellos tiempos. Porque en 1964 arrancó en Chacarita y, de inmediato, en 1965, llegó a casa pata sacar a Racing de una situación incómoda en la tabla y en una situación institucional sin holguras. Y Tito metió mano de orfebre para confeccionar su obra maestra. Porque sin temores ni prejuicios acerca de las edad de los intérpretes, les dio alas a varios pichones que querían levantar vuelo, por caso Perfumo, Alfio Basile, Rubén Díaz y Juan Carlos Cárdenas. A la vez, no desdeñó la experiencia al confiar la conducción en campo al talento de un Humberto Maschio con roce europeo.

Los laterales al ataque en simultáneo, pelota parada en altura, superpoblación ofensiva con apariciones que rompían desde atrás y sin posiciones fijas, con un condimento gourmet, que consistía en el ritmo de asfixia que sometía al rival. Aquel plantel que tuvo como prioridad estabilizarse y evitar sobresaltos en el torneo, desfiló en el torneo de 1966, fijó un hito de 39 encuentros invicto (sigue como el mayor registro en Primera como continuidad de un técnico, porque en los 40 del Boca de Carlos Bianchi, en 1998-99, los primeros cinco corresponden al interinato de Carlos García Cambón) y se proyectó internacionalmente, con la Copa Libertadores  y la Intercontinental en 1967, aquellas finales entre octubre y noviembre frente a Celtic que representaron el primer cetro mundial para un club argentino, tal como lo reconoció la FIFA en 2017.

"Tito nos mandaba a todos al ataque porque era soltero. Total, si perdía y lo echaban, se las podía arreglar", decía, cómplice, Roberto Perfumo, el inolvidable Mariscal, cuando definía con ironía un estilo de juego que marcó una época. Por ambicioso, por su propuesta generosa, por vanguardista -por sus movimientos en ataque, sin posiciones fijas, se lo identifica como el antecedente remoto de la revolución generada por Rinus Michels, en Ajax y Holanda de la primera mitad de la década de 1970-, Juan José Pizzuti dejó una marca histórica en el fútbol.

Ese fue nuestro querido Tito y por siempre lo será...