Pensar en Racing significa retrotraerse en el pensamiento de manera instantánea a símbolos, personas y momentos que forman parte de ese todo indivisible cuyo significado se resume en las diez letras que nos representan desde 1903. Pero adentro de ese universo de sentidos que construyen nuestra identidad colectiva desde hace más de un siglo, hay motivos icónicos que se erigen por sobre el resto. Esos sin los cuales sería imposible imaginar siquiera algo que nos haga pensar en el club, en la institución y en su gloria. Y el escudo académico representa el máximo estandarte de la representatividad a lo largo de su historia.

Creado a finales de la década del 20, el máximo símbolo gráfico de la identidad racinguista pasó por decenas de versiones distintas, mientras evolucionó conforme al paso de los años y de los acontecimientos que fueron forjando la leyenda blanca y celeste. Y para que todos los académicos pudieran sentirse orgullosos de sus colores y de lo que eso representaba, el escudo se transformó en sinónimo de Racing. Su ícono se trasladó a todo aquello que podía llegar a relacionarse con el club, en distintas formas y tamaños pero siempre con esa marca distintiva que lo hace único desde 1929.

En la fachada de la sede social de Avellaneda se colocó a principio de los años 40 un escudo de gran porte, que engalanó el frente del recinto durante varios decenios. Fueron miles y miles de personas las que lo observaron una y otra vez al transitar sobre la Avenida Mitre, como una referencia obligada de la grandeza que representaba. 
Pero el paso del tiempo, así como la caída en desgracia institucional y deportiva tuvo también su correlato en el olvido de muchos de los símbolos que habían ayudado a erigir la marca Racing Club en el más amplio de los sentidos. Fue así que durante una de las reformas que sufrió el frente de la sede durante los 90, el escudo fue retirado y no se supo más nada de él. La institución tenía otras urgencias por ese entonces y nadie preguntó por él. Nadie lo reclamó. Nadie lo extrañó.

“Un día me encontré en uno de los pisos superiores de la sede social, en un depósito. Y entre medio de papeles, fierros viejos y otras cosas en desuso, lo encontré”, relata Daniel García, vocal de la Comisión Directiva del club. “Cuando lo ví ahí, no lo podía creer. Lo reconocí al instante. Y me dio pena y vergüenza ver así a nuestro símbolo máximo. Entonces lo retiré y lo mandé a restaurar por mi cuenta. Fue gracioso por que el encargado de hacerlo fue un herrero muy amigo mío, que es de Independiente. Cuando entré en su taller con el escudo me dijo que sin importar los colores, iba a hacer un buen trabajo. Y no me mintió”.

Hoy y después de mucho tiempo el escudo académico está de nuevo en su casa. García se lo entregó al Archivo Histórico de la institución en un gesto más que valorable y ejemplificador, orientado a la construcción colectiva de la memoria de Racing. En la actualidad las condiciones son otras. El presente es otro. El club es otro. Los socios e hinchas lo saben. Y es por eso que se están acercando desde hace casi un año al club, a donar material que durante mucho tiempo guardaron y protegieron de las garras de la destrucción, el robo y del total olvido.
  
Hoy el escudo se muestra imponente ante la vista, como en sus mejores años. Brilla con sus fulgurantes celeste y blanco adentro de la sala de prensa del estadio, frente al Archivo Histórico, con una placa amurada a su lado, que indica la importancia de que haya regresado al club, junto a una foto de la época reciente que lo retrata bien alto en la fachada de la sede de Avellaneda.

Tanto el escudo como el Archivo Histórico pueden ser visitados todos los sábados en el estadio de la Academia,  de 10 a 13 y sin ningún tipo de inscripción o de trámite previo. Para consultas e informes se puede escribir a [email protected] .