Siete años. Debieron pasar siete largos años para volver a dejar que ese grito de triunfo flotara por el aire y dejara de ser sólo un deseo que se perdía entremedio de alguna ilusión trunca por el resultado adverso. Finalmente el equipo masculino de futsal pudo volver a festejar en el Clásico de Avellaneda, tras varias temporadas en las que la diferencia de categoría o los resultados adversos habían atentado contra ese grito atragantado que luchaba por salir, para transformarse en un festejo de esos que no se olvidan fácilmente. La última alegría académica databa del año 2012. En aquella oportunidad el equipo se había impuesto por 5-2. Y ayer los jugadores demostraron que el peso de semejante partido no los complicó, a pesar de sufrir una expulsión y de tener que revertir una desventaja de dos goles durante el complemento. El 5 a 3 final demostró que el clásico debía tener un dueño. Y que su nombre era Racing Club.

Pero la historia lejos estuvo de escribirse como los académicos habían imaginado por la mañana, cuando tanto el plantel como el cuerpo técnico se juntaron en la Casa Tita del estadio para almorzar juntos y demostrar esa unión que los grupos deben tener en todo momento, si es que esperan conseguir juntos los grandes objetivos que se plantean. Pero en cuanto comenzó el partido en la cancha de Villa Modelo, el panorama se complicó de manera drástica. El local manejó mejor el escenario durante los primeros 20 minutos y se puso 2-0 arriba. Además, Racing perdió a Juan Arrieta por roja directa. Pero cuando parecía que el panorama comenzaba a tornarese oscuro, Agustín Plaza descontó gracias a un tiro de sexta falta a un minuto del cierre. Así se cerró el primer tiempo.  

Tras el arranque del complemento y con la Academia concentrada en llegar al empate, el anfitrión volvió a aprovechar los instantes iniciales del juego para sacar ventaja y al minuto se puso 3-1 arriba. Más allá del panorama adverso el equipo no perdió la calma y terminó por tener su premio, tanto por lo hecho dentro de la cancha como por el mensaje enviado desde afuera. El DT Damián Sellanes hizo algunos cambios inteligentes, como el ingreso de Rodrigo País, que terminó por convertirse en una de las figuras. Y ahí comenzó la remontada. Borghetti y Rigo consiguieron igualar las acciones, mientras que el 4-3 llegó a falta de seis minutos para el cierre por intermedio de Ripoll. Y como si esto no resultara ya casi épico para el equipo, con tres minutos aún por disputarse para el cierre, de nuevo Ripoll marcó el gol que definió de una vez por todas el 5-3 a favor de los racinguistas.

Los jugadores de experiencia dentro del equipo hicieron su parte para sostener al quinteto en partido, pero esta vez las figuras fueron los pibes surgidos del club: Marcos Ferreyra, que otra vez volvió a destacarse bajo los tres palos para mantener al equipo en partido en los momentos necesarios, junto a Agustín Plaza, Rodrigo País y Agustín Ripoll, que fueron los estandartes para transformar en una realidad la ilusión del triunfo a pura marca, gambeta y juego asociado. Así el quintero titular que se quedó con el clásico formó con Ferreyra, Miño, Rescia, Rigo y Borghetti.

De esta forma Racing Club no sólo logró quedarse con el clásico de la ciudad, sino que además demostró que tras volver a la máxima categoría del futsal no quiere pasar desapercibido en el Torneo 2019 de la Primera División. El triunfo ante Independiente ubica al equipo con 16 puntos en la tabla, cuatro unidades por debajo de Boca y San Lorenzo, que son los líderes con 20. De esta forma y con el objetivo de repetir en casa la magnífica actuación de Villa Modelo, la Academia recibirá el próximo domingo por la noche a Pinocho, que ostenta 17 puntos en el torneo. Será la oportunidad ideal para que el equipo demuestre ante su gente y en su estadio porque es el dueño de Avellaneda.