Nació el 25 de noviembre de 1912 en la localidad bonaerense de Quilmes. En sus inicios se calzó la camiseta de Sportivo Alsina; a los 16 años ya hacía de las suyas en la Cuarta División de Quilmes, club en el que debutó en Primera. Luego recaló en Racing, estrenándose con la albiceleste el 23 de abril de 1933 en la categórica victoria académica frente a Huracán por 4 a 0. Ese mismo día Natalio Perinetti lo sindicó como el sucesor de, nada menos, el mítico e idolatrado Pedro Ochoa. Y parece haber tenido razón Perinetti con su por entonces temeraria afirmación: Vicente Zito fue –durante más de una década- símbolo, genio y figura de un equipo al que sólo le faltó la obtención de algún título de liga.
“La Bordadora” –apodo debido a su “umbilical” relación con el balón- brilló en una delantera de fantasía. Su sociedad con el “Chueco” García paralizaba a los rivales, minimizándolos al punto de transformarlos en espectadores privilegiados de tanta magia desparramada por el césped. Su gambeta desequilibrante y de ensueño parecía un regalo del paraíso, una ofrenda de los dioses, un milagro terrenal. Le marcó a Independiente en tres clásicos consecutivos: el 19 de diciembre de 1937, el 19 de junio de 1938 y el 31 de octubre del mismo año. También estuvo presente con protagonismo determinante en aquella racha inigualada de tres encuentros con demoledoras goleadas: 8 a 2 a Platense y a Estudiantes (La Plata) y 8 a 1 a Lanús.
Vicente Zito logró que la gente viniera a verlo exclusivamente a él; incluso, hinchas de otros clubes. En “La Academia” disputó 208 encuentros y convirtió 73 goles. En 1944 pasó a Atlanta y se retiró en Argentino de Quilmes. Falleció el 26 de julio de 1989 a los 78 años de edad.